


Familiares, amigos, artistas y políticos han dado su último adiós a Sara Montiel en el tanatorio Parque de San Isidro donde se ha oficiado una misa en la intimidad a la que solo han asistido su círculo más próximo, entre los que destacaban sus hijos Thais y Zeus.
Artistas como su paisano Luis Cobos, Rosa Valenti, Javier Gurruchaga, Jesús Mariñas, el actor Jesús Guzmán y Máximo Valverde, entre otros, se han acercado hoy hasta este tanatorio en el que también han estado presentes el consejero de Cultura Marcial Marín, el delegado de la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha en la provincia de Ciudad Real, Antonio Lucas-Torres y el alcalde de Campo de Criptana Santiago Lucas-Torres.
También han acompañado en estos últimos momentos otros miembros del equipo de gobierno de su localidad natal, que se han desplazado hasta Madrid para asistir al entierro de María Antonia Abad, nombre de pila de Sara Montiel, que falleció ayer lunes de forma repentina en su domicilio del Barrio de Salamanca de Madrid, a los 85 años de edad.
No quería que le pusieran flores y de hecho el coche fúnebre en el que ha sido trasladado su cuerpo no las llevaba. No quería que la vieran muerta y por eso su capilla ardiente ha permanecido cerrada al público. Las últimas voluntades de Saritísima se han cumplido escrupulosamente para mantener vivo el recuerdo de la gran reina del cine y de la canción de España.
En el momento en el que la artista ha sido enterrada también ha estado presente Giancarlo Viola, gran amigo de Sara Montiel y compañero sentimental en algunos momentos de vida. Destrozado por el dolor de la pérdida se ha fundido en un abrazo con el hijo de la actriz.
Nacida en Campo de Criptana (Ciudad Real), hija de agricultores y criada en el seno de una familia humilde, María Antonia Abad supo abrirse camino en el difícil mundo de la interpretación y la canción y consiguió abrir el camino de Hollywood a otros artistas españoles. No en vano, fue la primera actriz española que hizo películas en la meca del cine.
Llegó a ser la artista mejor pagada del momento, triunfó con filmes como «La violetera» o «El último cuplé», supo interpretar como nadie canciones como «Fumando espero» y sobre todo supo ser una de las mejores embajadoras de su Campo de Criptana natal y de su condición de manchega.