Las fiestas que venían desarrollándose desde hace unos días tuvieron su punto culmen el sábado y el domingo con la celebración de varios actos en los que lo deportivo, lo lúdico y lo tradicional se entremezclaron a partes iguales. Precisamente, el sábado por la mañana en la explanada de la ermita, niños de entre 10 y 12 años se enfrentaron en varios partidos de fútbol 7, categoría alevín, poniendo de manifiesto nuevamente la competitividad sana existente entre los centros educativos de la localidad.
Esa misma mañana, varios agricultores participaron de una nueva concentración de tractores antiguos. La comitiva partió desde las instalaciones de la cooperativa vinícola Nuestra Señora de Criptana y a través de toda la calle Virgen de Criptana llegó hasta la Plaza Mayor, lugar en el que se expusieron todos los vehículos que participarían en la procesión de la tarde. Allí pudieron observarse verdaderas joyas de la automoción agrícola combinadas con la maquinaria más moderna, y sus dueños fueron los encargados de mostrarlas a los curiosos que se acercaron hasta ellas.
Ya por la tarde, y con un poco de retraso debido a la lluvia, la procesión de subida a la ermita partió desde la Plaza. El santo fue acompañado por la banda de cornetas y tambores del Cristo de la Columna de Pedro Muñoz, así como por numerosos tractores y una reata de mulas venidas desde Tomelloso. Igualmente, la charanga de Los Monigotes junto a algunas carrozas cerraron el desfile que llegó hasta la pradera donde centenares de vecinos disfrutaron de los chiringuitos y las distintas atracciones instaladas.
La jornada dominical contó con la participación de varias asociaciones y colectivos. La Asociación de Amigos del Vino y del Aceite Rucio volvió a celebrar una nueva cata comentada de aceites y vinos en los aledaños de la ermita, con la participación de miembros del colectivo y de la almazara criptanense, así como junto a miembros del equipo de gobierno, encabezados por el alcalde, Santiago Lucas-Torres.
Igualmente, la Asociación de Encajeras Aldonza estuvo realizando diversas labores de vainicas, ganchillo o encaje de bolillos en los soportales de la ermita, dando buena cuenta de estas costumbres artesanas. Y la Asociación de Comerciantes impulsó un concurso de calderetas entre las cuadrillas que estuvieron presentes en la pradera, galardonando a las tres mejores con premios de 150, 100 y 50 euros.