Jesús Manrique Gómez presentará, en el Ateneo de Alcázar, la obra: “Las constelaciones del patio empedrado” dentro del ciclo “El Autor y su Obra”. La cita será en la sede del Ateneo este viernes día 7 junio a las 20,00 horas de la tarde.
Jesús Manrique nace en Madrid en 1965 y tras su nacimiento se traslada a Villafranca de los Caballeros (Toledo), donde transcurre su infancia y juventud, para volver a Madrid en la década de los años ochenta. Fruto de esta dualidad emerge su personalidad literaria autodidacta entre el campo y la ciudad como las mayores fuentes de inspiración para sus admirables obras de ficción. Sus capacidades creativas con las letras le hacen poseedor de una escritura personal fruto de la sencillez de los mejores narradores.
Su primera novela, y con la que se dio a conocer, “El amor de las mujeres», es una historia sobre el albedrío y la indeterminación que fue seleccionada entre los finalistas del II Premio Iberoamericano de Narrativa Planeta-Casa de América.
Más tarde aparecería “El invierno que vendrá», un conjunto de cuentos, una narración polifónica dividida en once relatos que, a través de diálogos llenos de realismo, monólogos e intrusiones del narrador, discurre entre temas comunes: la crítica social que sitúa al lector en el eje de una sociedad que se transforma, los comportamientos juveniles, la intención de trazar diferentes modelos de convivencia familiar una vez llegada la vejez y que definen la sociedad contemporánea entre la ciudad y el campo de labrantío situado en La Mancha..
Con su tercera novela, “Las constelaciones del patio empedrado», nos traslada a un momento de nuestra historia reciente donde parece que quisiera llegar la modernidad tras décadas de oscuridad. Estas tres mencionadas obras pueden considerarse una Trilogía Rural, donde La Mancha tiene un papel protagonista.
El libro que presentará este viernes, “Las constelaciones del patio empedrado”, es el retrato de una España rural, la de mitad de los años setenta, donde lo idílico se diluye y el traspié dado en un momento anda en boca de todos en cuestión de minutos. Yendo del presente, el de unos personajes deseosos de futuro, a un pasado evocado mediante saltos temporales que se someten al ritmo de la memoria, también la emocional, el autor se cuela por rendijas de ternura y desgarro para construir el relato de una familia violentada por el fascismo, para escuchar sus pensamientos y los de otros, para hablarnos de la magia de las noches de verano consteladas donde soñar y forjar fantasías, para hacernos sentir los labios impregnados de azúcar y notar la mirada de ojos tan vivos que chispean como burbujas de gaseosa. Y ahonda en esa constante de nuestra naturaleza, el sempiterno desdoblamiento del ser humano, donde emergen la envidia, el mirar por encima del hombro, los privilegios que conlleva el poder y su menosprecio hacia los humildes, la falta de intimidad, las murmuraciones y las apariencias. Y le pone banda sonora con los programas radiofónicos de discos dedicados. Lo bello de la vida y toda su amargura. Porque la vida y la lucha son una misma cosa. Una presentación que, sin duda, no dejará indiferente a ninguno de los asistentes.