


La Sub-18 de Castilla La Mancha empezó mal, el pasado domingo, su partido contra Murcia que, en el minuto 7, se les adelantaba en el marcador aprovechando un mal despeje del portero. Pero los chicos de Juan Ángel Martín reaccionaron y pelearon el partido. En el minuto 13, excelente jugada por la banda izquierda que dejaba a Raúl Sevilla solo frente a la portería, no acertando el disparo. Poco después, Pau Vázquez generó también su oportunidad de gol, pero el portero murciano actuó rápido e impidió la llegada del delantero castellano-manchego. Una y otra vez, Castilla-La Mancha desafiaba la portería rival buscando el gol del empate a 1, que llegaría en el minuto 18 -por la escuadra- con el buen hacer de Raúl Sevilla.
Fantástica primera parte para los castellano-manchegos que movieron bien el balón y dominaron en la posesión. A punto estuvo José María Arnaiz de marcar el segundo en el minuto 40; sólo un poco antes de que el árbitro sacara del juego a Luis Miguel Antón por una falta que le costó la segunda amarilla. La selección de Castilla-La Mancha se iba a la segunda parte con empate a 1 en el marcador y un jugador menos.
En la segunda parte arrancaron con fuerza los castellano-manchegos. Sin dar respiro al rival, antes del primer minuto, Adeva adelantaba a su equipo en el marcador con un golazo de cabeza. Lo más difícil estaba hecho. A partir del gol, los jóvenes futbolistas de la selección de Castilla-La Mancha optaron por un juego más conservador; reforzando la defensa e impidiendo a los murcianos franquear la portería. La segunda parte transcurrió más tranquila, con un juego más pausado y menos arriesgado por parte de los castellano-manchegos. Murcia no dejaba de buscar la posesión del balón y la oportunidad de marcar hasta que, en el minuto 87, en un descuido en el área, los murcianos se hacían con el empate a 2 y truncaban las esperanzas de los tri-campeones de optar a la fase final del Campeonato. Esto no impidió que pelearan, en el descuento, por buscar el tercero. Los últimos minutos fueron rápidos e intensos. La segunda parte terminaba con el trepidante ritmo con el que empezó, pero ¡al final no pudo ser!.