En primer lugar tuvo lugar la tradicional molienda en unos de los molinos en cuyas aspas previamente se colocaron los correspondientes lienzos que facilitaban su movimiento. En pequeños grupos de visitantes fueron accediendo a la parte superior del molino todos los interesados en contemplar el proceso, entre los que se encontraban el concejal de Cultura, Benedicto Úbeda, y el de Hacienda, Enrique Ramos.
Un molinero iba explicando cada paso que se iba dando durante la molienda, empezando por la utilidad de las pequeñas ventanas que indican la dirección del viento. El grano molido iba cayendo poco a poco a una planta inferior donde fue recogido.
La molienda se prolongó más allá del atardecer. Éste, el atardecer, era otro de los momentos destacados de la fiesta del solsticio, ya que la contemplación del sol escondiéndose en la llanura manchega es una de las escenas más bellas de la zona. Lamentablemente, unas nubes bajas en el horizonte impidieron ver con total claridad este momento, aunque no dejaron de producirse imágenes de una gran belleza con el sol perdiéndose entre esas nubes.
Cerró la fiesta el concierto del grupo de música celta Akelarre, que interpretó diversas piezas tanto propias como tradicionales de la música gallega, irlandesa y francesa, haciendo las delicias del público que se situó alrededor de la cantera del cerro, dejando libre el espacio situado inmediatamente delante del escenario para los que quisieran animarse a bailar, algo que ocurrió fundamentalmente en la parte final del concierto, obligando al grupo a interpretar diversas composiciones no previstas inicialmente para prolongar el recital.